Inspenet, 13 de julio 2023.
Una de las iniciativas más innovadoras en el campo del tratamiento y suministro de agua es la desalinizadora flotante desarrollada por la empresa canadiense Oneka Technologies. Este año, han instalado una planta piloto en la costa de Algarrobo, en el litoral central de Chile, con la ayuda del acuerdo entre Canadá y Chile sobre Cooperación Ambiental y una contribución financiera de casi 5 millones de dólares.
Debido a que las plantas desalinizadoras de gran escala no siempre han sido eficientes en términos de consumo de energía generada por combustibles fósiles y no garantizan una reducción del impacto ambiental asociado al vertido de salmuera o la ocupación de áreas costeras, la construcción de pequeñas desalinizadoras que utilizan nuevas tecnologías y aprovechan energías renovables en el proceso de producción de agua ha sido una alternativa para mitigar la problemática.
¿Cómo funciona esta planta desalinizadora flotante?
El dispositivo básico de esta innovadora tecnología es una plataforma flotante que se ancla al fondo marino y cuenta con una tubería para transportar el agua dulce hasta la costa. El diseño inicial, conocido como clase Iceberg, utiliza la energía de las olas para generar presión y alimentar un sistema de desalación por ósmosis inversa, que es ampliamente utilizado y considerado como una opción sostenible.
A medida que el agua pasa a través de membranas especiales, se elimina la sal y se producen hasta 50 m3 de agua al día.
Así mismo, el sistema ha sido desarrollado con un enfoque modular y escalable. Por un lado, se pueden instalar múltiples unidades de forma contigua y por el otro, existen unidades de diferentes tamaños. Además del modelo básico actual, se encuentran disponibles dos versiones más pequeñas, siendo la más reducida una plataforma de fácil instalación que permite la generación inmediata de agua dulce en caso de catástrofes humanitarias en áreas costeras.
El diseño de la planta piloto garantiza su funcionamiento cuando las olas alcanzan una altura mínima de un metro y el fondo marino tiene una profundidad de entre trece y treinta metros para asegurar un rendimiento óptimo del sistema. En términos de dimensiones, las unidades de la clase Iceberg tienen una longitud de ocho metros, un ancho de cinco metros y un peso de once mil kilogramos.
Las nuevas desalinizadoras flotantes han sido concebidas desde el principio como una tecnología basada en la economía circular. Además de aprovechar la energía undimotriz para la extracción de agua y utilizar energía solar para el control de los sensores a bordo, gran parte de su estructura está fabricada con plástico reciclado. En el caso del modelo básico, se reciclan hasta 170,000 botellas de plástico, según destacan los impulsores del proyecto.
Además, los defensores del proyecto señalan que cada unidad tiene una vida útil de entre quince y veinte años, y solo requieren de tres a siete visitas anuales para tareas de mantenimiento. Aunque la producción actual de agua dulce es limitada, se está trabajando en el desarrollo de desalinizadoras flotantes a escala industrial. Se espera que estas primeras unidades entren en fase de pruebas a lo largo de 2023.