Durante su participación en el evento OSRL 2025, Paul Love, Managing Director de Clarksons Offshore & Renewables, ofreció una visión estratégica sobre los desafíos que enfrentan las operaciones marítimas en contextos de emergencia. Desde la contratación de buques hasta el uso de inteligencia artificial, la conversación abordó cómo una correcta preparación en “tiempos de paz” puede determinar la eficacia de una respuesta real ante derrames petroleros.
Según Love, los buques que se utilizan en una emergencia no son simples activos disponibles en un mapa, son herramientas especializadas que deben cumplir requisitos técnicos muy precisos.
“No son solo puntos en la pantalla. Nos importa la calidad de la nave y que el equipamiento a bordo sea exactamente lo que el cliente necesita”
Expresó Paul Love
Clarksons ha desarrollado una aplicación que permite identificar naves adecuadas para operaciones críticas. Esta plataforma contempla más de 30 tipos de misiones y 20 tipos de embarcaciones, permitiendo una selección precisa para cada tipo de incidente, esta visión ha permitido a la compañía integrar la planificación logística con la tecnología en una sola propuesta de valor.
Uno de los temas más sensibles abordados por Love fue el cambio en los términos contractuales durante situaciones críticas. Aunque la empresa gestiona cerca de 1.000 fletamentos de buques offshore al año, la mayoría de estos se realizan bajo condiciones estándar y predecibles, sin embargo, la realidad cambia radicalmente durante una emergencia real, como un gran derrame.
Love explicó: “En lo que yo llamo tiempos de guerra en el mar, los contratos cambian. El riesgo se transfiere del propietario del buque a quien responde al evento”, esta situación genera incertidumbre tanto legal como operativa. A falta de precedentes recientes de gran magnitud, no está claro si los propietarios estarían dispuestos a asumir los riesgos o si las aseguradoras respaldarían operaciones en campos petroleros sin control.
Para anticiparse a estas dificultades, Clarksons Offshore & Renewables apuesta por el uso de datos avanzados. La empresa utiliza dos constelaciones satelitales para rastrear buques en tiempo real, combinando esa información con su propia base de datos operativa, esto les permite conocer características críticas como el tipo de grúa, el sistema ROV instalado o la maniobrabilidad.
Más allá del monitoreo actual, el equipo aplica modelos analíticos para predecir el comportamiento futuro de las embarcaciones.
“Sabemos a qué proyectos están asignadas, cuánto durarán y en qué regiones estarán disponibles. Así ayudamos a nuestros clientes a calcular sus tiempos de respuesta”
Indicó Love.
Aunque aún en etapa inicial, Clarksons ya comienza a utilizar inteligencia artificial para interpretar comportamientos operativos. Por ejemplo, si una nave reporta maniobrabilidad restringida en una zona petrolera, el sistema puede inferir que está ejecutando una operación submarina delicada.
Este tipo de análisis predictivo permite anticipar rutas y a su vez, generar alertas sobre limitaciones logísticas que podrían surgir durante una emergencia. Es un paso más hacia la automatización inteligente de la logística marítima, especialmente en entornos de alto riesgo.
Clarksons encontró en Oil Spill Response Limited (OSRL) un socio estratégico para escalar su solución. La organización centralizó las suscripciones a la plataforma, permitiendo que grandes petroleras adoptaran rápidamente la herramienta.
“La relación con OSRL nos abrió un camino directo al mercado. Comenzamos a trabajar con algunos de los operadores más importantes del mundo”, destacó Love. Esta colaboración también facilitó la integración del servicio de corretaje marítimo como complemento al software, ofreciendo una solución integral.
Desde su posición en el corazón del corretaje marítimo global, Clarksons Offshore & Renewables demuestra cómo la planificación, los datos y la tecnología pueden marcar la diferencia cuando se trata de proteger los mares y responder con rapidez a eventos críticos. Su visión, expresada en OSRL 2025, deja en claro que los desafíos contractuales, logísticos y tecnológicos deben abordarse antes de que llegue el próximo gran derrame.
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Fuente: Inspenet.
