En el desierto del Sahara, hace aproximadamente 110 millones de años, habitaba un dinosaurio con una de las estructuras dentales más singulares de la historia. Se trata del Nigersaurus taqueti, un saurópodo de más de 9 metros de longitud cuyo cráneo ligero y boca ancha lo convirtieron en un ejemplo de adaptación evolutiva.
Un dinosaurio con 500 dientes
El Nigersaurus es reconocido por su capacidad de reemplazo dental acelerado. Su boca, alineada con filas de dientes diminutos y reemplazables, lo ayudaba a consumir grandes cantidades de vegetación baja. Un estudio liderado por el paleontólogo Paul Sereno, de la Universidad de Chicago, logró reconstruir su cráneo fósil digitalmente mediante tomografías computarizadas, revelando la compleja disposición de su dentadura.

Su hocico ancho y de bordes rectos, similar al de algunos herbívoros modernos, sugiere que se especializaba en el pastoreo de helechos y otras plantas de crecimiento rastrero. Esta adaptación lo diferenció de otros saurópodos de cuello largo, que solían alimentarse de la vegetación alta.
El Nigersaurus no vivía solo. Su entorno era un paisaje de ríos anchos y vegetación exuberante donde coexistía con otros dinosaurios, como el terópodo Suchomimus y los herbívoros Ouranosaurus y Lurdusaurus. También compartía territorio con el Supercroc, un gigantesco cocodrilo prehistórico de más de 10 metros de largo.
La estructura ósea del Nigersaurus era sorprendentemente liviana
Uno de los aspectos más llamativos de este dinosaurio es su estructura ósea. Sus vértebras contenían cavidades llenas de aire, que reducían significativamente su peso sin comprometer su resistencia. Esta característica, sumada a su cráneo delgado, lo convertía en un saurópodo ágil en su hábitat pantanoso.

El análisis del oído interno del Nigersaurus, contenido en el ya mencionado estudio, sugiere que mantenía su hocico inclinado permanentemente hacia el suelo, lo que respalda la hipótesis de su dieta basada en vegetación baja. Además, su pequeño cerebro y bulbos olfatorios poco desarrollados indican que el sentido del olfato no era prioritario en su supervivencia.
A pesar del paso de los años, el descubrimiento y estudio del Nigersaurus ha transformado la comprensión de la diversidad de los saurópodos y sus estrategias alimenticias. Con su aspecto poco convencional, este dinosaurio con 500 dientes demuestra la capacidad de la evolución para adaptar especies a nichos ecológicos específicos, desafiando así las concepciones tradicionales sobre la alimentación en los dinosaurios herbívoros.
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Fuente y fotos: Paul Sereno | Universidad de Chicago