La Unidad 2 de la central nuclear de Almaraz ha sido reconectada al sistema eléctrico nacional este 13 de noviembre, registrando el inicio de su trigésimo ciclo operativo. Este reinicio llega tras finalizar el proceso de reabastecimiento de combustible número 29, llevado a cabo sin incidentes laborales y con la participación de más de mil trabajadores especializados.
El proceso de la central nuclear de Almaraz está bajo estricto control
Durante esta parada programada, se reemplazaron 56 elementos combustibles y se ejecutaron trabajos de mantenimiento en equipos críticos, incluyendo una de las turbinas de baja presión y los sellos de bombas de refrigeración del reactor. Además, se verificó el sistema de alimentación eléctrica desde la central hidroeléctrica de Alcántara, asegurando la redundancia energética exigida por los protocolos regulatorios.
El pasado 30 de octubre, los responsables de CNAT (Centrales Nucleares Almaraz-Trillo, A.I.E.) acordaron solicitar al Ministerio para la Transición Ecológica la extensión de la operación de los dos grupos hasta junio de 2030. La solicitud se fundamenta en el cumplimiento de los criterios establecidos por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y en el nivel 1 de excelencia otorgado por la WANO.
La central nuclear de Almaraz representa más del 7% del suministro eléctrico del país, una cifra equivalente al consumo de cuatro millones de hogares. Con un equipo humano de 4.000 personas y el apoyo de unas 70 empresas colaboradoras, su influencia económica y laboral en la región es decisiva. Cada recarga anual inyecta empleo temporal de alta cualificación y mantiene una inversión sostenida de 50 millones de euros en mejoras tecnológicas.
La planta se somete a auditorías periódicas que garantizan su adecuación a los estándares de seguridad internacional. Las operaciones realizadas durante esta recarga reafirman su compromiso con la excelencia técnica, validando su capacidad para continuar operando con garantías. Ahora bien, en comparación con instalaciones similares como la central de North Anna en Virginia, demuestra su viabilidad a largo plazo.
Fuente y foto: CNAT