El paracaidista alemán Max Manow ha logrado una maniobra sin precedentes. Desde una altitud de 10.000 pies, Manow se lanzó desde un helicóptero sobre el Gran Cañón de Arizona, específicamente en Hell Hole Bend, en el parque tribal Little Colorado River de la Nación Navajo, para luego engancharse a un avión en pleno vuelo y seguir ascendiendo sin tocar tierra.
Justo antes de la maniobra, alcanzó una velocidad de vuelo junto al avión de aproximadamente 80 nudos (41 m/s), logrando un ascenso a 500 pies por minuto (2,54 m/s) antes de soltarse y continuar con su secuencia de caída libre. Todo esto en un escenario natural imponente, con un cañón de 240 metros de ancho y 427 metros de profundidad. El siguiente video muestra la hazaña del Manow.
“Todo es cuestión de confianza” señala el paracaidista
La hazaña, patrocinada por Red Bull Skydive, involucró meses de preparación, entrenamiento en túneles de viento y ajustes técnicos en la aeronave. Manow, equipado con un traje de alas, debió alcanzar un Cessna 182 pilotado por el experimentado acróbata aéreo Luke Aikins, quien descendía en picada para sincronizar el movimiento. Al sujetarse a un gancho del avión, Manow fue impulsado de nuevo a una altitud segura, permitiéndole repetir la secuencia.
Este “salto sin fin” abre un nuevo horizonte para los deportes extremos. La posibilidad de ejecutar vuelos continuos sin aterrizaje plantea desafíos técnicos y logísticos que podrían transformar el skydiving en una experiencia prolongada en el aire.
Todo es cuestión de confianza. Tuve que aprender muchas formas diferentes de volar.
afirmó Manow tras el éxito de la misión.
El proyecto representa un antes y un después en la exploración de nuevas técnicas de vuelo y reafirma el espíritu innovador de los deportes de acción.
Sin dudas, este salto sin precedentes amplía los límites del skydiving y desafía la misma definición de lo que significa volar.
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Fuente y fotos: Red Bull