Inspenet, 7 de octubre 2023.
Catorce naciones miembros de la alianza, en colaboración con Suecia, están actualmente llevando a cabo pruebas de drones submarinos, sensores y la aplicación de inteligencia artificial en un ejercicio que se extenderá durante 12 días en la costa de Portugal.
La alianza militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) está compitiendo por desarrollar tecnologías capaces de detectar en tiempo real actividades sospechosas cerca de infraestructuras críticas subacuáticas, esto en respuesta a las explosiones ocurridas en el oleoducto Nord Stream el año pasado, que destacaron la dificultad de monitorear estas áreas.
Este ejercicio se produce en un momento en el que Rusia sigue llevando a cabo actividades de mapeo de cables y oleoductos pertenecientes a miembros de la OTAN, lo que plantea la posibilidad de que estos puedan ser objetivos en el futuro, según informes de la Organización.
Cabe destacar que la OTAN aún no ha presentado formalmente acusaciones contra ninguna entidad en relación con las explosiones que ocurrieron en el oleoducto Nord Stream, lo que subraya la complejidad que enfrentan tanto los gobiernos como las compañías privadas al intentar atribuir dichos ataques.
La capacidad de detectar en tiempo real estas actividades “envía un mensaje disuasorio a posibles adversarios, ya sea Rusia u otros actores“, declaró el teniente general Hans-Werner Wiermann, quien lidera la célula de la OTAN encargada de la protección de la infraestructura submarina.
Si se logra identificar comportamientos perjudiciales, esto permitiría a los 31 países miembros de la OTAN considerar acciones diplomáticas o militares basadas en una “base sólida de información”. Esta información sería recopilada mientras los comportamientos maliciosos en torno a la infraestructura submarina están ocurriendo y se compartiría con gobiernos y empresas privadas.
Por su parte, Rusia ha rechazado las primeras acusaciones formuladas por algunos países occidentales que la señalan como responsable de las explosiones en el Nord Stream. Sin embargo, la inquietud ha crecido en los últimos meses debido a la presencia de embarcaciones rusas sospechosas, algunas de las cuales parecen ser barcos espías, operando cerca de sistemas aliados.
En mayo, la OTAN emitió una advertencia sobre un riesgo significativo de que Moscú pudiera llevar a cabo ataques contra infraestructura en Europa y América del Norte, especialmente con el objetivo de ganar influencia sobre las naciones que brindan apoyo a Ucrania. Para llevar a cabo esta vigilancia de los sistemas submarinos críticos de los aliados de la OTAN, Rusia está utilizando una combinación de buques de guerra de su marina, barcos científicos y embarcaciones comerciales, como pesqueros, portacontenedores y petroleros, según indicó Wiermann.
Los cables submarinos de datos son responsables de llevar a cabo transacciones financieras por un valor de aproximadamente 10 billones de dólares al día y también gestionan alrededor del 95% del tráfico global de Internet, según informa la OTAN. Además, cerca de dos tercios de la producción mundial de petróleo y gas se extraen en el mar o se transportan por vía marítima. Muchos de estos sistemas de cables submarinos tienen longitudes que abarcan miles de kilómetros y se ubican a profundidades de cientos de metros bajo el agua, lo que complica su monitoreo y supervisión.
En uno de los ejercicios llevados a cabo por la OTAN, los países miembros intentaron detener a un actor hostil que estaba tratando de perturbar las redes de datos y generar caos en los mercados financieros. Este actor utilizó un buque comercial respaldado por un Estado para dificultar la detección de sus actividades.
Los sensores de fibra óptica de uso comercial que se habían instalado en los cables de la infraestructura identificaron que la embarcación del adversario ficticio estaba intentando desplegar un vehículo submarino autónomo. Esta información fue transmitida al sistema de mando y control de la OTAN. Una vez que se corroboró la amenaza, la OTAN movilizó una combinación de drones, incluyendo aéreos, de superficie y submarinos, con el fin de interceptar y escoltar a la embarcación sospechosa.
Resaltando la creciente relevancia de la seguridad submarina, los aliados de la OTAN llegaron a un acuerdo en julio para la creación de un nuevo centro marítimo dedicado a la infraestructura crítica submarina, el cual se ubicaría en su comando marítimo en Northwood, Reino Unido. Además, acordaron establecer una red destinada a mejorar la compartición de información entre la OTAN, sus aliados y el sector privado, con el objetivo de tomar medidas ágiles basadas en datos de inteligencia, como los recopilados por sensores o sistemas de inteligencia artificial.