Un estudio revela que los futuros lanzamientos de cohetes espaciales afectarías la capa de ozono

El precedente de acuerdos como el Protocolo de Montreal demuestra que es posible enfrentar amenazas ambientales globales.
El impacto de los lanzamientos de cohetes espaciales a la atmósfera

El aumento exponencial de lanzamientos de cohetes espaciales, comerciales y gubernamentales podría estar comprometiendo la recuperación de la capa de ozono, advierten científicos de ETH Zúrich y la Universidad de Canterbury.

El crecimiento de la industria aeroespacial está generando emisiones que afectan directamente a la atmósfera media, donde el ozono actúa como escudo ante la radiación ultravioleta producidos por la galaxia que habitamos.

El impacto de los lanzamientos de cohetes espaciales a la atmósfera

Según un estudio dirigido por Laura Revell y Sandro Vattioni, el número de lanzamientos se ha triplicado en los últimos cinco años, y para 2030 podría multiplicarse unas ocho veces más. Las simulaciones desmuestran que, de mantenerse esta tendencia, el grosor medio global del ozono podría caer hasta un 0,3%, con una disminución estacional del 4% en la Antártida. Estas cifras podrían retrasar la esperada recuperación del ozono a niveles preindustriales proyectada para 2066.

Las emisiones de cohetes contienen partículas de hollín y gases clorados, que al llegar a la estratosfera permanecen mucho más tiempo que los contaminantes terrestres. La falta de procesos naturales de limpieza, como el lavado por lluvia, permite que estos compuestos afecten la química del ozono durante años.

Por otra parte, los motores de combustible sólido liberan cloro, mientras que casi todos los sistemas actuales emiten hollín. Tan solo los propulsores criogénicos, que usan oxígeno líquido e hidrógeno, presentan un impacto mínimo. No obstante, menos del 6% de los lanzamientos actuales utilizan esta tecnología debido a su complejidad operativa.

También la reentrada de satélites y restos espaciales es cómplice en la generación de óxidos de nitrógeno y partículas metálicas que podrían acelerar la pérdida de ozono, aunque estos efectos aún no están del todo cuantificados en los modelos actuales.

A diferencia de los clorofluorocarbonos (CFC) regulados por el Protocolo de Montreal, las emisiones de cohetes aún no están sujetas a normativa internacional. Los autores del estudio sugieren que una respuesta coordinada entre gobiernos, agencias espaciales y fabricantes podría evitar impactos a largo plazo.

Ente las principales recomendaciones, se encuentran la implementación de sistemas de monitoreo, límites en el uso de combustibles con alto impacto, fomentar alternativas tecnológicas y avanzar hacia regulaciones globales para proteger este componente esenciales para el equilibrio atmosférico.

El precedente de acuerdos como el Protocolo de Montreal demuestra que es posible enfrentar amenazas ambientales globales. Aplicar la misma voluntad política a la actividad espacial es clave para preservar la cobertura ozónica, en las próximas décadas.

Fuente: ETH Zürich

Foto: Shutterstock