Inspenet, 06 de julio 2023.
Mientras que Japón asegura que las aguas residuales que contienen un componente radiactivo llamado tritio serán seguras, países vecinos y otros expertos afirman que representan una amenaza ambiental.
¿Podría el plan de Japón generar un desastre nuclear?
Recientemente, Japón anunció su plan de comenzar a verter en el Océano Pacífico las aguas residuales radiactivas de la planta de energía nuclear de Fukushima. Para llevar a cabo este proceso, el operador de la planta ha iniciado pruebas en las nuevas instalaciones construidas para dicha descarga.
Con el objetivo de mitigar las críticas, el gobierno japonés afirma que el Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos (ALPS, por sus siglas en inglés) eliminará la mayoría de los materiales radiactivos de las aguas residuales, dejando solamente el tritio antes de liberarlo en el océano.
Según los científicos, el tritio no puede ser eliminado por completo de las aguas residuales, pero su radiación es muy débil, lo que indica que no tendrá impacto significativo en el medio ambiente marino ni en la salud humana en la región de Asia-Pacífico y más allá.
El plan de Japón para verter las aguas residuales radiactivas ha recibido respaldo por parte de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), el organismo nuclear de las Naciones Unidas. La AIEA ha afirmado que el plan cumple con las normas internacionales y que su impacto ambiental y en la salud será mínimo.
No obstante, grupos de Corea del Sur, China y algunos Estados insulares del Pacífico se oponen al plan, tanto por preocupaciones de seguridad como por motivos políticos. Las organizaciones pesqueras locales temen que esto dañe su reputación, a pesar de que sus productos no estén contaminados.
Cabe destacar que este anuncio llega doce años después del desastre de Fukushima, cuando un devastador tsunami golpeó la costa este de Japón y provocó el fallo de los sistemas de seguridad de la planta nuclear.
Aunque en ese momento el sistema de seguridad de la planta respondió adecuadamente al terremoto, a diferencia de lo ocurrido en Chernóbil en 1986, las olas de unos quince metros de altura golpearon la planta y causaron inundaciones que llevaron a fusiones nucleares y a la liberación de grandes cantidades de contaminación radiactiva.