El ingeniero Hirotaka Sato, afiliado a la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur, ha seleccionado la cucaracha sibilante de Madagascar (Gromphadorhina portentosa) como la base para crear una cucaracha cyborg, útil para su equipo de rescate. Estos insectos, que miden 5 centímetros de longitud, pueden transportar hasta 15 gramos de tecnología integrada, que actualmente incluye una cámara de infrarrojos y un procesador capaz de identificar la presencia de personas vivas.
Mediante el control remoto, el equipo de Sato puede guiar a los insectos en direcciones específicas, ya sea hacia la izquierda, la derecha, hacia adelante o permitirles navegar de manera autónoma hacia destinos predefinidos. Actualmente, los investigadores están perfeccionando los sistemas de seguimiento y comunicación esenciales para que un ejemplar de cucaracha cyborg pueda indicar a los equipos de rescate la ubicación de personas que requieren asistencia.
En el caso de cyborgs como las cucarachas de búsqueda y rescate desarrolladas por Sato, los expertos en robótica aprovechan las habilidades inherentes de sistemas biológicos mayormente intactos.
La idea inicial de la cucaracha cyborg
En 2011, Sato tenía como objetivo superar las complicaciones de construir robots voladores a escala centimétrica desde cero, optando por controlar escarabajos voladores vivos (Mecynorrhina torquata) equipados con diminutos ordenadores a bordo. La utilización de las habilidades naturales de los escarabajos no solo resolvió el desafío de ingeniería vinculado al vuelo, sino que también dio como resultado cyborgs autónomos dotados de un avanzado sistema sensorial para facilitar su navegación en el entorno.
Cuando ocurrió el terremoto de Tohoku, solo se necesitó un pequeño salto conceptual (cambiando los escarabajos voladores por cucarachas ágiles) para que Sato imaginara un ciborg capaz de desplazarse entre los escombros de edificios devastados. La idea de Sato es emplear cientos de cucarachas ciborg para explorar áreas de búsqueda de manera autónoma. Sin embargo, para asegurar que permanecieran en la zona objetivo, Sato necesitaba un método para guiar su movimiento.
Logró esto insertando electrodos en diversas partes del cuerpo del insecto, las cuales pueden ser controladas ya sea por un operador humano a distancia o por la computadora integrada. La estimulación eléctrica de los receptores táctiles o músculos en el lado izquierdo de la cucaracha provoca que el insecto se desplace hacia la derecha, y viceversa. Según Sato, se aprovecha el comportamiento natural del insecto para inducir giros. La estimulación simultánea de los movimientos hacia la izquierda y la derecha impulsa a la cucaracha hacia adelante. En los modelos más recientes, el grupo incorpora algoritmos de navegación, gestionados por una computadora integrada, para controlar la dirección del insecto según lo captado por la cámara de infrarrojos.
Los prototipos más recientes desarrollados por su equipo cuentan con una duración de funcionamiento de aproximadamente ocho horas. No obstante, Sato tiene la expectativa de extender significativamente este tiempo en el futuro.
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Fuente: nature.com