Investigadores de la Universidad de Columbia Británica (UBC) han identificado un microorganismo que cambia las reglas del juego en la producción de gas natural renovable (GNR). Se trata de una nueva bacteria perteneciente a la familia Natronincolaceae que es capaz de mantener la producción de metano incluso en presencia de altos niveles de amoníaco, una condición que normalmente detendría el proceso en la mayoría de los digestores.
El proceso de generación de gas natural renovable
En plantas de biocombustibles como la de Surrey, en Columbia Británica, miles de millones de microbios descomponen anualmente más de 115.000 toneladas de residuos orgánicos, convirtiendo cáscaras, restos y excedentes alimentarios en gas utilizable.
Este biogás se purifica a través de un sistema de etapas que elimina contaminantes como CO₂, H₂S y vapor de agua, hasta alcanzar una pureza del 98% de metano, listo para ser usado como combustible o inyectado en redes de distribución.
La digestión anaeróbica implica una cadena de descomposición: desde compuestos simples hasta ácidos orgánicos como el acético. Es aquí donde entra el nuevo microbio, capaz de metabolizar el ácido acético en entornos con alto contenido de amoníaco, sin comprometer la producción energética.
El descubrimiento fue posible gracias a una técnica de etiquetado isotópico desarrollada por el equipo del Dr. Ryan Ziels. Esta herramienta permitió rastrear qué microbios estaban activos cuando los habituales habían desaparecido.
La nueva cepa identificada tolera el amoníaco y permite mantener la estabilidad operativa de los biodigestores sin necesidad de reinicios costosos.
Este avance puede reducir significativamente los fallos en plantas municipales, que de otro modo verían interrumpida su producción por acumulación de ácido acético. Además, plantea nuevas oportunidades para diseñar sistemas más robustos capaces de trabajar con residuos ricos en proteínas, como lácteos y carnes.
Diversas aplicaciones
El equipo de la UBC también está aplicando esta técnica de rastreo microbiano en ambientes marinos, con el objetivo de identificar organismos capaces de degradar microplásticos. Esto sugiere que los beneficios de este hallazgo pueden ir más allá de la producción energética terrestre, contribuyendo también a la mitigación de la contaminación marina.
Gracias a su resistencia química, este microorganismo puede ser la base de nuevos estándares en el diseño de digestores para entornos difíciles. Las colaboraciones entre UBC, FortisBC y Convertus en la planta de Surrey muestran que integrar ciencia microbiológica con ingeniería aplicada permite abordar desafíos ambientales con mayor eficacia.
Los hallazgos fueron publicados en la revista científica Nature Microbiology.
Fuente y foto: Universidad de Columbia Británica
 
		 
				