Los compuestos perfluoroalquilados y polifluoroalquilados (PFAS) han sido detectados en aguas residuales y potables a niveles preocupantes, lo que ha encendido las alarmas en Europa y Estados Unidos sobre su impacto en la salud y el medio ambiente.
Con más de 10.000 variantes, estos compuestos sintéticos son altamente resistentes a la degradación y se acumulan en el ambiente, obteniendo el famoso nombre de “químicos eternos”.
La silenciosa presencia del PFAS en aguas residuales
Desde la mitad del siglo XX, las PFAS han sido ampliamente utilizadas por su resistencia térmica y química en productos como utensilios de cocina antiadherentes, textiles impermeables, envases alimentarios y espumas contra incendios. No obstante, su estabilidad ha hecho que se conviertan en contaminantes difíciles de eliminar, infiltrándose en aguas subteráneas, vertederos y redes de saneamiento.
Algunos estudios recientes han mostrado que las depuradoras actuales no consiguen eliminar eficazmente los PFAS. Estas sustancias pasan al efluente tratado y se liberan al ambiente. Además, los procesos de tratamiento pueden generar subproductos incluso más tóxicos o más móviles.
Por otra parte, las fuentes de contaminación como los vertidos industriales, el uso de espumas AFFF y la degradación de residuos fluorados contribuyen a la gran problemática. En aguas tratadas se han hallado concentraciones que oscilan entre decenas y cientos de nanogramos por litro.
La presencia de PFAS en sistemas de agua potable, confirmada en diversos países europeos, plantea un riesgo para la salud, especialmente cuando las concentraciones se acercan o superan los valores de referencia. Aunque en muchos casos los niveles permanecen bajo los límites legales, la persistencia de estas sustancias y la dificultad para eliminarlas completamente justifican medidas preventivas.
La Unión Europea ha establecido nuevos límites para PFAS en agua potable a partir de 2026, mediante la Directiva (UE) 2020/2184, y ha incluido referencias a estas sustancias en normativas sobre aguas residuales como la Directiva (UE) 2024/3019. Mientras tanto, Estados Unidos ha fijado límites federales para PFAS en agua potable y ha pospuesto su aplicación completa hasta 2031, a la espera de nuevas evaluaciones de riesgo.
Ante este panorama, los centros como AIMPLAS están desarrollando soluciones tecnológicas que incluyen el análisis de PFAS en aguas residuales y la creación de materiales alternativos libres de FLN de materiales alternativos libres de flúor.
Fuente y foto: AIMPLAS