Un reciente estudio europeo ha revelado una alarmante presencia de nanoplásticos en el Atlántico Norte. Se estima que 27 millones de toneladas de estas diminutas partículas plásticas, de menos de una micra, contaminan la región, desde aguas superficiales hasta profundidades de más de 4.500 metros.
La detección de millones de nanoplásticos
La investigación es dirigida por el Centro Helmholtz para la Investigación Ambiental (UFZ), la Universidad de Utrecht y el Instituto Real de Investigación Marina de los Países Bajos, se apoyó en una tecnología innovadora que permitió detectar estos materiales que antes pasaban desapercibidos.
El equipo utilizó una técnica de espectrometría de masas y desorción térmica para identificar los nanoplásticos en muestras recogidas a bordo del buque RV Pelagia, en una travesía entre Europa y el giro subtropical noratlántico. Dicha metodología permite detectar la “huella química” de cada tipo de plástico al ser calentado, liberando compuestos gaseosos característicos.
Los polímeros más identificados fueron el PET (empleado en envases y textiles), el PVC (usado en tubos y tarjetas) y el PS (típico de embalajes y utensilios descartables). El PET fue encontrado incluso en las capas más profundas, lo que sugiere que las fibras sintéticas liberadas durante el lavado de ropa podrían ser una fuente de contaminación.
Curiosamente, no se detectó la presencia de polietileno ni polipropileno, a pesar de su amplio uso comercial. Esto podría deberse a sus propiedades físicas, que facilitan su flotación o degradación en otros ambientes.
Los nanoplásticos pueden llegar al mar a través de la atmósfera, las lluvias o los ríos, que arrastran residuos desde zonas urbanas e industriales. Una vez en el océano, las corrientes del giro subtropical actúan como trampas naturales que concentran los residuos flotantes y favorecen su fragmentación en partículas cada vez más pequeñas.
Mientras la atención global se ha centrado en los microplásticos y los residuos de mayor tamaño, el estudio demuestra que los nanoplásticos representan la fracción dominante tanto en cantidad como en masa. Estas partículas ultrafinas pueden atravesar barreras biológicas y llegar a tejidos internos de organismos marinos, con posibles efectos para la salud humana aún en investigación.
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Fuente y foto: Nature