Brasil se juega en 2026 inversiones millonarias en hidrógeno bajo en carbono

Siete megaproyectos decidirán en 2026 si Brasil se convierte en líder regional del hidrógeno bajo en carbono o pierde el tren global.
Brasil definirá su apuesta por el hidrógeno verde

En 2026, Brasil enfrentará una encrucijada decisiva para posicionarse como potencia regional en hidrógeno verde. Siete megaproyectos industriales deberán definir su decisión final de inversión, con un valor conjunto que supera los 63000 millones de dólares. El escenario requerirá respuestas claras tanto del sector público como del privado, en un contexto donde la regulación, los incentivos y la demanda internacional serán determinantes.

Desafíos regulatorios y proyección del hidrógeno verde

Actualmente, el país ha avanzado con la aprobación del Programa de Desarrollo del Hidrógeno de Bajo Carbono (PHBC), pero aún espera su reglamentación. Esta falta de claridad normativa mantiene en vilo a los desarrolladores, que dependen de políticas energéticas concretas para reducir la brecha de costos con el hidrógeno gris. La competitividad de estos proyectos también está atada al surgimiento de mecanismos de incentivo al consumo, sin los cuales la demanda interna seguirá siendo insuficiente.

Por otro lado, el plano internacional podría inclinar la balanza. Las subastas del programa H2Global —que adjudicarán contratos en 2026— y la posible adopción del IMO Net-Zero Framework en el transporte marítimo, abren oportunidades para exportar derivados como metanol y amoníaco. En ese sentido, Brasil deberá fortalecer su infraestructura y cerrar acuerdos con compradores estratégicos para capitalizar este impulso global.

Una cuenta regresiva marcada por la COP30

Así mismo, la realización de la COP30 en territorio brasileño se perfila como una plataforma clave para concretar alianzas comerciales. Para analistas del sector, esta cumbre climática representa una ventana única para consolidar compromisos de compra a largo plazo, condición esencial para que los inversionistas den luz verde a los proyectos.

De cara a 2026, el desafío para Brasil será alinear su política energética, los marcos regulatorios y los estímulos económicos con las exigencias de un mercado emergente que aún compite con alternativas más económicas. Si logra movilizar demanda firme y ofrecer reglas claras, el país podrá consolidarse como exportador estratégico de hidrógeno verde en América Latina.

La decisión no puede postergarse: las condiciones del mercado y el reloj político corren. La transformación del interés actual en inversión concreta dependerá de lo que ocurra en los próximos 12 meses.

Fuente: Energía Estrategica

Foto: Shutterstock