Científicos crean bacterias que brillan al contacto con microplásticos, ofreciendo un método rápido y económico para detectar contaminación ambiental.
Investigadores de ACS Sensors han desarrollado un innovador biosensor vivo capaz de detectar microplásticos mediante un brillo fluorescente verde. Esta herramienta, basada en bacterias modificadas, promete acelerar los procesos de monitoreo ambiental, tradicionalmente lentos y costosos. El avance podría transformar la forma en que se identifican zonas de alta contaminación y se orientan los esfuerzos de limpieza.
La biotecnología aplicada al cuidado ecológico
La capacidad de observar directamente cómo los microplásticos «brillan» gracias a las bacterias ayuda a concienciar a la sociedad sobre la magnitud del problema. Esto fortalece la conciencia ambiental y motiva a las personas a cambiar sus hábitos en cuanto al consumo de plástico.
A nivel global, la integración de estos biosensores en proyectos internacionales podría acelerar la detección temprana de la contaminación y mejorar las estrategias de mitigación. Iniciativas como la Estrategia Europea de Plásticos o las expediciones de mapeo oceánico encontrarían en esta biotecnología una herramienta práctica y escalable.
Estas bacterias fluorescentes, simbólicamente denominadas «Linterna Verde», representan no solo un avance técnico, sino también una esperanza tangible de que es posible proteger los ecosistemas acuáticos con soluciones creativas, accesibles y sostenibles.
¿Cómo funciona este nuevo sensor biológico?
Los microplásticos (partículas diminutas presentes en agua, aire y suelo) suelen detectarse con microscopía o espectroscopía, técnicas precisas pero complejas. Buscando una alternativa más accesible, el equipo de Song Lin Chua modificó la bacteria Pseudomonas aeruginosa, habitual en la naturaleza, pero manipulada aquí en una cepa no infecciosa.
Los científicos añadieron dos genes clave: uno que activa una proteína al contacto con plástico y otro que genera fluorescencia verde como señal detectable. En pruebas de laboratorio, el biosensor brilló en presencia de plásticos comunes como PET y poliestireno, mientras que no reaccionó ante materiales como vidrio o arena. La respuesta se produjo en menos de 3 horas, y las bacterias mantuvieron su actividad durante 3 días bajo refrigeración, facilitando su transporte a campo.
¿Por qué este avance podría transformar el monitoreo ambiental?
Según Chua, «nuestro biosensor ofrece una forma rápida, asequible y sensible de detectar microplásticos en muestras ambientales en cuestión de horas». La tecnología podría convertirse en una herramienta clave para programas de vigilancia a gran escala, permitiendo identificar puntos críticos de contaminación y optimizar recursos de análisis.
Con este hallazgo, la biotecnología abre una vía prometedora para enfrentar una de las amenazas ambientales más persistentes y difíciles de rastrear: la contaminación por microplásticos.
Fuente: ACS