El equipo científico de la Universidad de Durham ha finalizado un extenso programa de pruebas para verificar el rendimiento de cables superconductores destinados al reactor internacional ITER, el cual está siendo construido en el sur de Francia.
Este trabajo representa uno de los mayores esfuerzos de control de calidad realizados sobre materiales avanzados para aplicaciones energéticas.
Con más de 5.500 muestras procesadas y unas 13.000 mediciones independientes, el laboratorio liderado por el profesor Damian Hampshire y el Dr. Mark Raine ha contribuido directamente al diseño y fiabilidad de los imanes que formarán la jaula magnética encargada de confinar el plasma en el reactor. Esta etapa es esencial para permitir reacciones de fusión controladas a temperaturas superiores a las del núcleo solar.
Materiales superconductores bajo condiciones extremas
Los cables analizados están compuestos por aleaciones como Nb₃Sn y Nb–Ti, fundamentales para mantener la estabilidad del sistema magnético del ITER. La manipulación de estos materiales incluyó tratamientos térmicos por encima de los 650 °C, lo que impidió la posibilidad de repetir mediciones en una misma hebra.
Frente a este desafío, el equipo desarrolló un enfoque estadístico innovador que permitió validar resultados utilizando filamentos adyacentes evaluados en distintos laboratorios. Este método ha demostrado ser una alternativa eficaz y económica para garantizar la consistencia en la fabricación global de estos componentes.
El reactor del ITER y la energía limpia
El experimento ITER representa una demostración de tecnología y un punto de inflexión para el futuro de la energía limpia. Los imanes superconductores son el corazón operativo del reactor, y su fiabilidad es crítica para el éxito del sistema.
Mientras el ITER proyecta generar su primer plasma en 2035, empresas como Helion y Commonwealth Fusion Systems ya avanzan en planes comerciales, con respaldo de gigantes tecnológicos como Microsoft y Google. En paralelo, el Reino Unido acelera la construcción de su prototipo STEP en Nottinghamshire.
La investigación de Durham no solo asegura estándares técnicos para el ITER, sino que también abre la puerta a aplicaciones futuras en reactores comerciales. Además, sus métodos están siendo compartidos como recurso abierto para investigadores que trabajan en nuevas generaciones de reactores de fusión.
Más allá del trabajo experimental, la Universidad de Durham participa activamente en la formación de especialistas a través del Centro de Formación Doctoral en Energía de Fusión del Reino Unido. Este compromiso educativo garantiza una base científica sólida para afrontar los retos de la transición energética global.
Fuente y foto: Universidad de Durham vía EurekAlert