Tabla de Contenidos
- Demanda creciente y limitada autonomía energética
- Pequeña escala: una respuesta adaptativa regional
- Innovación e inversión extranjera en Gas Natural Licuado
- Precios al contado y sensibilidad de los compradores
- Impacto económico regional: beneficios y riesgos
- Contribución al comercio global y cadenas de suministro
- Sostenibilidad: entre transición y contradicción
- Proyecciones 2025-2035: ¿resiliencia o dependencia?
- Conclusiones
- Referencias
Para entender la economía circundante de una región como América Latina, es importante destacar que uno de los más sustanciales renglones que tiene es el mercado del Gas Natural Licuado (GNL). En él se presenta un complejo escenario de oportunidades y desafíos, en un espacio donde la promesa de la seguridad energética choca con las realidades económicas y operativas persistentes. Eso lejos de ser un actor homogéneo y una región definida como todo lo que se encuentra al sur de Estados Unidos, la misma exhibe una dinámica particular que exige una reevaluación de las estrategias tradicionales.
Si bien las proyecciones al comienzo apuntaban a un crecimiento por consolidar su crecimiento, impulsado por la necesidad de diversificar la matriz energética, la realidad muestra una capacidad de regasificación que cuadriplica a la de licuefacción, consolidando a América Latina como un importador neto de GNL (Poten and Partners, s.f.). Esta dependencia estructural, es caracterizada por algunos factores propios del mercado regional que promueven en la actualidad abrir un debate sobre su verdadera sostenibilidad y autonomía energética. El Gas Natural Licuado (GNL), entonces, aparece como una vía intermedia entre la seguridad energética y la sostenibilidad.
Demanda creciente y limitada autonomía energética
La Agencia Internacional de Energía (IEA, 2024), destaca en uno de sus informes que el consumo regional de gas natural se incrementó un 18% en la última década, y muy particularmente, en el sector industrial y eléctrico. América Latina en su conjunto, sigue siendo un importador neto de GNL, algo contraproducente si comparamos que tiene con una capacidad de regasificación (57 MTPA) muy superior a su capacidad de licuefacción (13 MTPA). Esta brecha genera dependencia, y es particularmente visible en países como Brasil y Chile.
Y veamos por qué: El gigante del sur, Brasil, tiene nueve terminales de regasificación, pero, tiene que importar GNL para poder equilibrar la producción hidroeléctrica afectada en la última década por las sequías. De acuerdo con ese informe referido, en 2021, el país importó 23% más GNL que el año anterior debido al déficit hídrico (IEA, 2022). Mención aparte es Argentina, que busca capitalizar a través de políticas y ejecuciones oportunas el yacimiento Vaca Muerta para definitivamente transformarse en exportador neto a partir de 2027.
Asimismo, YPF, está haciendo una inversión en Punta Colorada, Río Negro, originalmente lo que iba a ser el proyecto de una planta de licuefacción en Bahía Blanca con una inversión estimada de 6.000 millones de dólares, hubo que proponerlo en otro sitio debido a la falta de socios para financiar el propuesto. Aquí cambia el esquema porque en vez de una planta lo que se ha pensado ahora es instalar buques de licuefacción como alternativa de inversión.
Pequeña escala: una respuesta adaptativa regional
Aunque, en medio de las dificultades que se presentan, la distribución de GNL en pequeña escala ha cobrado relevancia debido a su flexibilidad. En países como Perú, Colombia y Panamá, el gas se transporta mediante camiones o barcazas hacia comunidades e industrias aisladas, facilitando el acceso a una energía más limpia.
De igual manera, es importante conocer la opinión del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF, 2023), donde confirma que hay al menos 18 proyectos en otros países donde se está trabajando en la ejecución de distribución en pequeña escala (Small-Scale LNG, SSLNG), para facilitar lo que será el transporte y la generación eléctrica en zonas remotas. Ello nos permite, a su vez, poder visualizar en el mediano plazo, una eficiente y eficaz manera de producir GNL.
El modelo ha permitido monetizar recursos de gas disponibles en ubicaciones más aisladas y expandir la base de clientes a áreas previamente fuera del alcance de proyectos de mayor escala. Lo fascinante de este enfoque en América Latina es su flexibilidad, lo que permite obtener precios más altos por el gas natural y llegar a consumidores antes inalcanzables.
Sin embargo, esta flexibilidad implica también que los volúmenes son menores, la sensibilidad de los clientes al precio y una notable resistencia a los contratos a largo plazo, que en América Latina rara vez superan los dos o tres años, a diferencia de las décadas que caracterizan a otros mercados como el asiático.
Innovación e inversión extranjera en Gas Natural Licuado
Shell, TotalEnergies y New Fortress Energy son algunas de las empresas que han comenzado a invertir en terminales móviles y soluciones modulares. Cuando estas transnacionales deciden hacer una gran inversión es porque hay un buen negocio de por medio, no hay duda. Y la confirmación como referencia de lo que es un buen negocio, se manifiesta en el proyecto de New Fortress en Altamira, México.
Es la primera unidad flotante de licuefacción en Latinoamérica, capaz de exportar 2,8 MTPA (NFE, 2023). Eso será una avalancha económica de hasta $25.000 millones en los próximos cinco años, de acuerdo con los estudios realizados, considerando las variables de producción y muy especialmente si se consolidan rutas de exportación hacia Europa y Asia.
Pero, uno de los principales desafíos estructurales del GNL en América Latina es la reticencia a firmar contratos de largo plazo. Mientras que en Asia los acuerdos de 20 años son la norma, en América Latina predominan contratos de 2 a 5 años. Esta aversión dificulta el financiamiento de proyectos de infraestructura, pues los bancos exigen garantías a largo plazo para inversiones de alto riesgo.
Precios al contado y sensibilidad de los compradores
La volatilidad de los precios al contado añade otra capa de complejidad. Desde un mínimo de $4.10 por MMBTU en México en 2019. En 2021, Argentina pagó hasta $37/MMBTU debido a la crisis energética europea. En 2023, los precios oscilaron entre $10 y $15, afectando la planificación presupuestaria en proyectos y en la rentabilidad de las operaciones del mercado.
La subida de las tarifas de licuefacción en EE. UU. (por encima de $2.50) debido a la inflación y la escasez de mano de obra, junto con las variaciones en los contratos vinculados al Brent Crude Oil, subraya la vulnerabilidad de la región a factores externos y la necesidad de una estrategia de precios más robusta.
Este contexto obliga a los países a desarrollar estrategias de cobertura (hedging), pero son pocas las economías latinoamericanas con capacidad técnica o institucional para hacerlo de forma efectiva.
Tabla 1: Precios Históricos de GNL al Contado en América Latina (MMBTU)
Año | País | Precio Mínimo ($) | Precio Máximo ($) | Comentarios |
---|---|---|---|---|
2019 | México | 4.10 | – | Precio más bajo registrado en la región. |
2021 | Argentina | – | 37.00 | Influenciado por alta demanda y precios europeos. |
Actual | Regional | 12.00 | 14.00 | Precios al contado para la mayoría de los compradores. |
Nota: Datos basados en el resumen del video Webinar Mercados de GNL en América Latina y el Caribe: 2025, Sergio Chapa de Poten and Partners (s.f.).
En otras palabras, la competencia por las moléculas de gas dentro de la propia región se intensifica. La relocalización de industrias, el crecimiento de los centros de datos y el aumento general de la demanda de energía crean una presión interna que compite con las exportaciones. A esto se suman desafíos macroeconómicos como la inflación y la escasez de mano de obra calificada, y fenómenos climáticos como las sequías, que pueden disparar la necesidad de importaciones de GNL para respaldar la generación eléctrica. El riesgo contractual persiste como una barrera significativa, dado que los compradores no siempre están dispuestos a comprometerse a largo plazo.
Impacto económico regional: beneficios y riesgos
Es innegable que el impacto económico puede generar beneficios y riesgos. Entre los beneficios estaría la reducción de costos energéticos y esto sería en zonas sin acceso a gasoductos, porque el GNL reduce hasta 30% los costos respecto al diésel (CAF, 2023).
Otro de los beneficios sería la generación de empleo. Se estima que cada proyecto de SSLNG genera 500 empleos directos y 1.200 indirectos durante su fase de construcción. Esto también es una atracción de inversión. Consideremos que el GNL, es una energía de transición, es elegible para financiamiento climático bajo criterios ESG.
Ahora bien, cuáles serían los riesgos: En primer lugar, la alta exposición a choques externos. El caso de la inflación en EE.UU., la guerra en Ucrania y las tensiones en el mar de China Meridional afectan el precio del GNL. Otra desventaja es la sobrecapacidad infrautilizada, generalmente en terminales con tasas de uso menores al 25% representan unos activos ociosos que pesan como lastre en los presupuestos públicos y privados.
LNG Terminals in Latin America and the Caribbean (Terminales de GNL en América Latina y El Caribe)
Fuente: Regional Association of oil, gas and biofuels sector companies in Latin America and the Caribbean, April 2016
Contribución al comercio global y cadenas de suministro
Debemos sincerar lo siguiente: América Latina tiene el potencial de convertirse en un proveedor clave para Europa, asumiendo que en este momento sus fuentes consumidoras tienen una alta demanda que no puede satisfacer la oferta ante la reducción del suministro ruso. Según BloombergNEF (2024), la región podría abastecer hasta el 8% de las importaciones europeas de GNL para 2030.
Es una buena noticia, sobre todo porque esto transformaría a países como Argentina, México y Trinidad y Tobago convirtiéndolos en nodos estratégicos del comercio energético global.
Por otra parte, también es importante señalar que el desarrollo de cadenas logísticas como el transporte de GNL en contenedores ISO, estimulará la integración económica facilitando la exportación de conocimiento técnico y soluciones tecnológicas.
Sostenibilidad: entre transición y contradicción
Es bien conocido que el GNL emite menos CO₂ que el carbón o el petróleo, pero sigue siendo un combustible fósil. Por otro lado, la ONU y el Banco Mundial han advertido de manera tajante en sus informes que la expansión de los proyectos que se generen debe ser transitoria, a sabiendas que la flexibilidad del GNL le permite amoldarse como valor agregado a proyectos relacionados con la captura de carbono, siendo una pieza importante en el tablero energético en la transición energética (IEA, 2024).
Proyecciones 2025-2035: ¿resiliencia o dependencia?
Ante estas circunstancias de crecimiento en la región, cuál es la perspectiva para el GNL en América Latina. Hay razones de mucho valor que podemos dilucidar que están marcadas, al menos, por cinco factores:
- Crecimiento del SSLNG en mercados secundarios.
- La conversión de importadores en exportadores en el pronóstico de escenarios a mediano plazo, como Argentina y México.
- Cada día habrá una mayor competencia por la molécula, especialmente en época de sequías.
- Se incrementarán las Inversiones en infraestructura modular, que reducen CAPEX y tiempo de implementación.
- Y la emergencia de acuerdos regionales para coordinar precios, contratos y seguridad energética.
Conclusiones
Finalmente, todo esto nos lleva a la conclusión de que América Latina enfrenta una encrucijada: o convierte al GNL en una palanca de integración y resiliencia energética, o cae en una dependencia volátil que limite su desarrollo.
La capacidad de generar alianzas público-privadas, diversificar los usos del GNL y diseñar políticas que equilibren seguridad energética y sostenibilidad, van a garantizar un cambio en el escenario de producción en los países y en su infraestructura para consolidarse como exportadores, claro está, si suficientes proyectos en México y Argentina alcanzan la FID.
Por el momento, Brasil seguirá siendo el mayor importador debido a su demanda industrial y de energía. Y el otro dilema será el riesgo contractual que sigue siendo un desafío, ya que no todos están dispuestos a firmar contratos a largo plazo. El futuro del GNL en la región no está escrito, pero su huella en la economía global será inevitable.
Referencias
- Agencia Internacional de Energía (IEA). (2022). Brazil 2022 Energy Policy Review. https://www.iea.org/reports/brazil-2022
- Agencia Internacional de Energía (IEA). (2024). World Energy Outlook 2024. https://www.iea.org/reports/world-energy-outlook-2024
- Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). (2023). Panorama Energético de América Latina. https://www.caf.com
- BloombergNEF. (2024). Global LNG Outlook 2024–2030. https://about.bnef.com
- New Fortress Energy (NFE). (2023). Altamira FLNG Project Overview. https://www.newfortressenergy.com
- Poten and Partners. (s.f.). Mercados de GNL en América Latina y el Caribe: 2025.
- YPF. (2024). Plan de desarrollo de Vaca Muerta 2024–2030. https://www.ypf.com