Algunos investigadores de la Universidad de Sídney, Australia, han descubierto un proceso fisicoquímico, basado en el plasma, que podría convertir el gas de vertedero en metano, un combustible funcional para aviones comerciales.
¿Qué es el gas de vertedero y como puede convertirse en metano?
El metano es un gas de efecto invernadero que tiene un impacto mucho mayor que el dióxido de carbono (CO₂). Según la Agencia Internacional de la Energía, los niveles de metano en la atmósfera han aumentado en las últimas décadas y las emisiones provenientes de residuos, como la explotación de combustibles fósiles, son los principales contribuyentes a esta problemática.
La investigación publicada en el Journal of the American Chemical Society, liderada por el profesor PJ Cullen de la Facultad de Ingeniería Química y Biomolecular de la Universidad de Sídney, detalló que el gas de vertedero a nivel mundial, es una fuente importante del efecto invernadero, principalmente CO₂ y el metano. Este nuevo proceso desarrollado permitiría convertir estos gases en combustibles, beneficiando especialmente a sectores difíciles de electrificar, como la aviación.
Según las declaraciones del profesor Cullen, el nuevo proceso de plasma ofrecería un combustible final más beneficioso para el medio ambiente y con mayor impacto comercial. Todo ello, en comparación de instalaciones modernas de captura de emisiones de gases que generan electricidad.
¿Cómo se transforma el gas de vertedero en electricidad?
El “plasma no térmico” es una tecnología desarrollada para utilizar electricidad, como conducto de excitación del gas en baja temperatura y una presión atmosférica específica. Este proceso facilita la conversión del gas en productos de valor, mediante la inducción de descarga de plasma dentro de las burbujas de gas en formación. Además, no requiere calor ni presión, lo que se traduce a menos energía y a una mayor compatibilidad con fuentes de energía renovables, concluye Cullen.
Por otro lado, el gas de vertedero posee hasta un 50% de emisiones de metano (CH4), es decir, es una opción ideal para la generación de electricidad, tales como el consumo individual como la calefacción y el transporte. Dicha solución consiste en quemar el mineral dentro de una turbina sellada para la producción de electricidad, sustituyendo otros gases naturales fósiles.
El sector de la aviación, produce el 3% de este gas, y podría beneficiarse de un combustible “de circuito cerrado” basado en emisiones existentes, reduciendo así la necesidad de combustibles convencional que aumentan la contaminación ambiental.
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Fuente: Universidad de Sydney
Foto: Luisa Low, Universidad de Sídney