El gobierno del Reino Unido anunció el jueves su intención de seguir el ejemplo de varios países europeos al retirarse de un polémico tratado energético. Este movimiento responde a la incapacidad de modernizar un acuerdo establecido en la década de 1990, tras fracasar las negociaciones para su actualización.
Entre los otros países en desacuerdo, se encuentran Francia, Alemania, España y los Países Bajos, los cuales han confirmado su salida del Tratado sobre la Carta de la Energía. Esta decisión se alinea con la petición del Parlamento Europeo para que los 27 miembros de la Unión Europea abandonen el pacto en su conjunto.
Una decisión polémica ante el tratado energético
En 2015, Italia decidió abandonar el tratado energético después de perder un litigio de arbitraje de alto costo contra Rockhopper, una empresa petrolera británica, subrayando las implicaciones financieras adversas de permanecer en el acuerdo.
Con sus raíces en la década de 1990, una era dominada por los combustibles fósiles como el carbón, gas y petróleo, el tratado aspiraba inicialmente a promover la inversión en el sector energético a nivel internacional.
No obstante, el tratado ha sido instrumental para que corporaciones extranjeras desafíen políticas energéticas nacionales que ponen en riesgo sus inversiones, a través de un proceso de arbitraje no transparente.
Eliminar la brecha de dependencia de los combustibles fósiles
Este mecanismo ha resultado en múltiples desafíos legales costosos para los países que buscan reducir su dependencia de los combustibles fósiles y fomentar el uso de energías renovables.
Según Graham Stuart, Ministro de Seguridad Energética y Cero Neto del Reino Unido, “El Tratado sobre la Carta de la Energía está anticuado y requiere una reforma urgente. Sin embargo, las negociaciones para su actualización se encuentran en un impasse, y la posibilidad de una reforma efectiva parece cada vez más distante.”
El ministro Stuart agregó que mantenerse en el tratado no solo es incompatible con los objetivos del Reino Unido hacia una energía más limpia y económica, sino que podría imponer penalizaciones por sus esfuerzos pioneros a nivel global hacia la consecución de emisiones netas cero.
Un rechazo histórico y consecutivo entre naciones
Dicho tratado energético fue firmado en 1994 por la UE y Euratom, la comunidad europea de energía atómica, el tratado entró en vigor en 1998, marcando una etapa importante en la cooperación energética internacional.
El tratado fue diseñado para integrar los sectores energéticos de Europa oriental, dentro de un marco de cooperación con sus homólogos de Europa occidental, facilitando a las empresas del sector energético demandar a los gobiernos por políticas que comprometieran sus inversiones.
Sin embargo, el compromiso creciente de los países con las energías renovables y sostenibles ha llevado a un rechazo generalizado del tratado energético entre los gobiernos europeos.
Introducción de nuevas leyes y oportunidades favorables para el medio ambiente
David Boyd, Relator Especial de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y el Medio Ambiente, alertó sobre una “explosión” de reclamaciones multimillonarias por parte de las industrias extractivas y de combustibles fósiles, las cuales han obstaculizado la acción climática y ambiental mediante el uso de tribunales de inversión opacos.
“La introducción de leyes y políticas más rigurosas por parte de los gobiernos resulta, a menudo, en el pago de compensaciones que alcanzan millones, e incluso miles de millones de dólares”, explicó Boyd.
Las naciones en desarrollo, en particular, se han convertido en blancos frecuentes de estas demandas, con las industrias de combustibles fósiles y minería obteniendo premios que superan los 100 mil millones de dólares.
Una decisión apoyada por miembros de la UE
La decisión del Reino Unido de abandonar el tratado energético ha sido bien recibida por Shaun Spires, director ejecutivo de Green Alliance, un “think tank” ambientalista, declaró: “La sociedad civil y los legisladores de distintos espectros políticos han argumentado que el Tratado sobre la Carta de la Energía es un vestigio obsoleto que menoscaba nuestros esfuerzos contra el cambio climático”.
Entre otras palabras, Spires enfatizó, “… celebramos la decisión del Reino Unido de retirarse, lo cual reforzará los esfuerzos globales hacia la implementación de energías renovables que no solo son limpias, sino también económicas.”
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Fuente: Energy Daily